«Irregularidades» y Tráfico Infantil

La problemática de las irregularidades en los procesos adoptivos y el tráfico infantil en Chile

“Hay en Chile un grupo de personas con una historia común y desconocida para la mayoría de nuestra sociedad. Somos aquellos niños y niñas protagonistas (algunos dicen víctimas) de lo que la prensa llama “adopciones irregulares” ocurridas en los años 70 y 80 en nuestro país. Hoy tenemos 30 ó 40 años, algunos hemos sido conscientes de nuestra historia, algunos hemos decidido enfrentarla, otros olvidarla, otros simplemente no escucharla, y muchos otros probablemente aún no han tenido la opción siquiera de conocerla. Todos nosotros somos los niños del silencio. El silencio ha sido la columna vertebral de nuestras vidas. El silencio de nuestros padres biológicos al saber que habíamos sido concebidos, de su entorno cercano para ocultar la desgracia de un embarazo no deseado ante la sociedad, el silencio de las familias adoptivas por miedo a perdernos y también el propio silencio al temer enfrentar nuestra verdad. Todos estos silencios fueron creados y mantenidos por muchos años – en mi caso 27 – por personas que de alguna forma u otra han estado presente en nuestras vidas. Y en la mayoría de los casos sigo pensando que se trató de silencios bien intencionados, basados en el amor (…) Lo más duro ha sido imaginar los años de sacrificio, silencio y dolor de mis dos mamás y mis dos papás, y el aceptar que la verdad que conozco siempre será incompleta. Nunca el rompecabezas estará terminado (…) Porque el resto de mi vida estoy dispuesta a muchas cosas, pero no a permanecer indiferente ante la existencia de niños dados por muertos para contribuir a la red de adopción ilegal en Chile. Porque esos niños y todos los niños del silencio deben saber que existen con sus verdaderas historias, que no están solos y que al menos hay una más que está dispuesta a hablar por y con ellos si lo necesitan. Y porque no quiero que nuestro país se engañe, esto no es solo la punta del iceberg de una historia pasada: esto va a seguir pasando hasta que dejemos de callarlo, hasta que el silencio se utilice por primera vez para escuchar a los que hay que escuchar”. (Extracto de carta pública de Rocío Brizuela Chehade).

Por Irene Salvo Agoglia

Hablar sobre la problemática de las popularmente llamadas «adopciones irregulares» en Chile merece un anexo especial dada la complejidad y multiplicidad de dimensiones y aristas políticas, históricas, socioculturales e institucionales involucradas. Si bien, su definición es compleja, el Servicio Social Internacional señala que son  resultantes  de  violencias  ligadas  a  la  sustracción,  el  fraude,  la  coacción,  la  venta  o  el  tráfico  de  niños/as y otras acciones ilícitas. Es decir, siempre implican actos ilegales aun cuando pueden (o no) comportar legalidad en la concesión de la sentencia de adopción.

Históricamente, la adopción ha sido significada,  practicada  y  legislada  de  múltiples  formas. A nivel global, el acelerado auge de la adopción internacional en el Siglo XX –asociado a conflictos sociales, bélicos y situaciones de emergencia- derivó en gravísimas vulneraciones de Derechos Humanos y requirió de reformas políticas, legislativas y procedimentales. En particular, en Latinoamérica, existió una crítica relación entre prácticas adoptivas irregulares y regímenes dictatoriales, especialmente en las décadas de los setenta y ochenta. Para el caso chileno, en pleno régimen militar y previo advenimiento de La Convención de los Derechos del Niño y el Convenio de la Haya sobre Adopciones Internacionales, Chile se convirtió a nivel mundial, en el sexto país que envió más niños y niñas a adopción internacional, a países como Suecia, Italia, Estados Unidos, Francia, Holanda, entre otros. No obstante, estas prácticas irregulares no ocurrieron solamente en la Dictadura -aunque este contexto las facilitó- ni se circunscribieron a adopciones internacionales. Se llevaron a cabo desde mucho antes en complicidad con la creencia dominante de que la familia se define por la biología y que cada niño(a) solo puede tener una madre y un padre y no puede pertenecer a dos familias simultáneamente, lo que implicaba cancelar la identidad de nacimiento y reemplazarla totalmente por la identidad de adopción. Sin ir más lejos, en Chile, la Ley N°16.346/1965 denominada de “Legitimación adoptiva”, concedió amnistía a quienes inscribieron como propio un hijo no biológico, permitiendo a los Tribunales destruir todos los antecedentes de identificación de los orígenes. Fue así como, en un escenario de desigualdad e inequidad social sumado a un contexto de Dictadura, se realizaron prácticas que retiraron niños(as) de familias consideradas “inapropiadas” –generalmente madres solteras y/o pobres- y se reubicaron en familias consideradas “apropiadas” -generalmente matrimonios de clases acomodadas con problemáticas de fertilidad-, dentro y fuera de nuestro país.

Debido a ello, aún es enorme el desconocimiento de miles de personas de quiénes fueron sus progenitores y cuáles fueron las circunstancias que rodearon su nacimiento y adopción, siendo extremadamente dificultoso acceder a las coordenadas básicas que todo ser humano necesita para su proceso de construcción identitaria. La antropóloga argentina Soledad Gesteira, sostiene que estas búsquedas y sus resultados terminan dependiendo en gran parte de la memoria y buena voluntad de los padres adoptivos, otros familiares y funcionarios del Estado encargados de proveer documentación útil que permita saber algo sobre sus nacimientos. El reconocimiento jurídico del Derecho a la Identidad -Convención Internacional de Derechos del Niño (1989) y Convenio de la Haya en materia de Adopción Internacional (1993)- y la entrada en vigencia de la Ley N°19.620/1999 en Chile, impulsó una mayor regulación de la adopción, relevando el derecho de las personas adoptadas a conocer y buscar sus orígenes. Pero esta gravísima problemática no está situada en el pasado, sus efectos están plenamente vigentes. Tras décadas de recuperar la democracia y ratificar la Convención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN, 1989), hay muchas deudas pendientes en materia de justicia y reparación a todas las personas que fueron afectadas. Aunque las denuncias públicas y demandas judiciales están permitiendo que miles de personas se pregunten y busquen sus orígenes biológicos, organizándose para reclamar su derecho a la Identidad, persisten dinámicas de estigmatización, secreto e impunidad, agravadas por la destrucción de gran parte de los registros, que afectan a muchas personas que fueron adoptadas y sus familias. Detrás de la trama de personas que sostuvieron y sostienen los pactos de silencio -muchas veces con las mejores intenciones o debido a las estigmatizaciones de la que fueron objeto-, existen historias, personas y relaciones familiares, así como experiencias de sufrimiento.

El proceso de reconstrucción de los circuitos y actores implicados en el fenómeno de las “adopciones irregulares” requiere la identificación de los responsables directos y mediadores y para ello es central que estos hechos sean calificados como delitos de lesa humanidad. Asimismo, el acceso a la verdad y la reparación sobrepasa el plano judicial. Se requieren políticas públicas y programas de acompañamiento especializados orientados a la elaboración de estas experiencias vitales para las personas y familias afectadas. Junto con ello, existe el desafío de seguir sensibilizando e informando a la población en general sobre la adopción y sus procesos, para desmontar creencias erróneas, estereotipos y estigmatizaciones, contribuyendo así a legitimar esta forma de construir una familia, cuando esta sea efectivamente la solución más apropiada para un niño(a) y se realice en base a los más altos estándares de Derechos Humanos.

Diversas agrupaciones conformadas por las personas afectadas por esta gravísima problemática se vienen organizando desde el año 2014, para brindar apoyo, contención y orientación respecto de los procesos de búsquedas de orígenes que están realizando tanto las personas que fueron adoptadas de esta forma, como también las familias de origen, especialmente madres biológicas, que están buscando a sus hijos(as). Además, estas organizaciones han realizado una gran labor de visibilización de esta temática a través de la prensa nacional e internacional y a nivel parlamentario e institucional. Gracias a esta incansable labor, cientos de personas separadas por adopciones ilegales han podido reencontrarse. La ruptura de los secretos está siendo un paso esencial, pero aún existen muchos silencios que romper, heridas que sanar, estigmas que desarmar e injusticias que reparar. Nuestra posición es que el Estado chileno debe colaborar activamente en los procesos de justicia y reparación, brindando orientación y atención especializada a las víctimas, y trabajar colaborativamente con las agrupaciones.

Adaptado de Salvo Agoglia, I. (2017). Rompiendo los secretos: Derechos Humanos, salud mental y “adopciones irregulares” en Chile.

En nuestro apartado de recursos, podrás encontrar publicaciones y documentales especializados sobre esta temática. A continuación, encontrarás los datos de dos agrupaciones, en caso de necesitar contactarlas:

Hijos y Madres del Silencio (HyMS)

Sitio web: https://www.facebook.com/HMSilencioCuadrosbusqueda / https://www.instagram.com/hijosymadresdelsilencio/?hl=es-la

Datos de contacto: [email protected]

ONG Nos Buscamos

Sitio web: https://www.nosbuscamos.org

Datos de contacto: [email protected]